Érase una vez una niña que vivía en un barrio normal, entre gente normal y donde nunca sucedía nada fuera de lo habitual. Se podría decir que la niña podría ser cualquiera y su entorno podría ser el entorno de cualquiera de vosotros.
Sin embargo, esa niña se sentía diferente, había algo en ella que la diferenciaba de todos los demás. Era... algo así como un brillo especial.
La gente murmuraba a su alrededor preguntándose de dónde venía ese brillo; unos afirmaban que procedía de su sonrisa; otros estaban casi convencidos de que eran sus ojos; y algunos pocos casi podían firmar porque ese brillo era su voz, que siempre sonaba alegre y serena.
Nadie parecía acertar en todas estas apuestas ya que la niña tenía un secreto, y lo guardaba muy dentro de sí. Era el secreto de su luz, el secreto de eso especial que la diferenciaba del resto: Tenía un pequeño habitante en su corazón.
Nadie en el mundo tenía la gran suerte que había tenido ella... de entre todos los habitantes del mundo, ese pequeño ser la había elegido a ella para vivir en su interior y llenarle la vida de felicidad.
Era un ser chiquitito, poca cosa. Tenía el pelo alborotado y unos ojos muy expresivos. Con una sonrisa consiguió captar la atención de ella y fue una sonrisa que no olvidó jamás.
Cuando llegó a su vida, la niña le preguntó:
- ¿Por qué yo? ¿Por qué de entre todas las personas del planeta has decidido venir conmigo?.
A lo que el pequeño ser respondió:
- No puedo darte una explicación a tu pregunta, al igual que no puedo explicarte el motivo por el que escuchar el mar ayuda a relajarnos o porqué la gente se reune al rededor de un fuego y se sienten bien. Son cosas que se hacen porque se sienten, porque te trasmiten algo. No hay una explicación de por qué te he elegido, solamente puedo decirte que he sentido una fuerza superior a mí, algo que iba más allá de lo racional y he sabido que eras tú la persona cuyo corazón quiero habitar.
- ¿Una fuerza superior a ti? ¿Como cuando intentas juntar mucho dos imanes sin dejar que se toquen pero al final, hagas lo que hagas, acaban uniéndose?.
- Exactamente, no podías haberlo definido mejor.
Así que, de este modo ese pequeño habitante se instaló en el corazón de la niña.
Al principio su hueco era pequeño, pero pronto notó los efectos de su presencia; le resultaba más fácil sonreír, y según su hueco se agrandaba, la niña notaba como la felicidad crecía en su interior y le daba fuerzas para regalar todo el amor que recibía del pequeño ser.
Pasó el tiempo y la niña creció. Para aquel entonces el pequeño ser ya tenía todo un hogar montado en el corazón de la niña, y su calor se había extendido por todo su cuerpo, haciendo de ella una mujer segura y alegre. Una mujer que brillaba y era especial.
Un día, el pequeño ser le dio una mala noticia:
- Creo que tengo que irme, niña.
- ¿Cómo puede ser? Dijo ella asustada de pronto.
- Porque tengo que seguir mi camino, igual que tú tienes que seguir el tuyo. No puedo quedarme habitando tu corazón eternamente, pero sí que dejaré mi esencia y todo lo que hemos vivido juntos para que te acompañe siempre. Aunque no lo creas, tú has hecho de mí el pequeño ser más feliz del mundo y por muy lejos que esté mi cuerpecito del tuyo, nunca nos separaremos.
La chica, se sintió triste y pensó que las cosas sería más difíciles ahora que el pequeño ser no iba a estar con ella todo el tiempo, pero comprendió poco a poco que su amigo tenía que volar y que en vez de entristecerse debía estar agradecida por la suerte que habían tenido al encontrarse, por lo afortunada que había sido cuando ese pequeño habitante la había elegido.
El hombrecillo salió una mañana sin hacer ruido ni molestarla, mientras ella dormía; y cuando notó que sus ojos se empañaban al mirarla por última vez y recordar todos esos años de felicidad, dio media vuelta y salió por la puerta. Como las lágrimas caían por sus mejillas no podía ver bien y tropezó con un objeto.
Era una pequeña brújula, muy antigua, que cabía en su bolsillo. Llevaba una notita:
"Para que siempre puedas encontrar el camino de vuelta".
Una inmensa sonrisa se dibujó en la cara de aquel ser tan especial. Por primera vez sitió que era él el que se sentía lleno por dentro y una energía renovada le dio fuerzas para caminar y buscar su futuro.
Comprendieron los dos, que pasara lo que pasara, un vínculo especial los había unido para siempre y que no importaba si uno estaba en el barrio en el que habían vivido tantos años y el otro estaba viajando por el mundo, siempre siempre siempre estarían conectados.
Por el momento tocaba vivir por separado, pero... ¿Quién sabe si sus caminos volverían a juntarse y quizá, para no separarse jamás?.
Y COLORÍN COLORADO... ESTE CUENTO NO HA ACABADO...
Sin embargo, esa niña se sentía diferente, había algo en ella que la diferenciaba de todos los demás. Era... algo así como un brillo especial.
La gente murmuraba a su alrededor preguntándose de dónde venía ese brillo; unos afirmaban que procedía de su sonrisa; otros estaban casi convencidos de que eran sus ojos; y algunos pocos casi podían firmar porque ese brillo era su voz, que siempre sonaba alegre y serena.
Nadie parecía acertar en todas estas apuestas ya que la niña tenía un secreto, y lo guardaba muy dentro de sí. Era el secreto de su luz, el secreto de eso especial que la diferenciaba del resto: Tenía un pequeño habitante en su corazón.
Nadie en el mundo tenía la gran suerte que había tenido ella... de entre todos los habitantes del mundo, ese pequeño ser la había elegido a ella para vivir en su interior y llenarle la vida de felicidad.
Era un ser chiquitito, poca cosa. Tenía el pelo alborotado y unos ojos muy expresivos. Con una sonrisa consiguió captar la atención de ella y fue una sonrisa que no olvidó jamás.
Cuando llegó a su vida, la niña le preguntó:
- ¿Por qué yo? ¿Por qué de entre todas las personas del planeta has decidido venir conmigo?.
A lo que el pequeño ser respondió:
- No puedo darte una explicación a tu pregunta, al igual que no puedo explicarte el motivo por el que escuchar el mar ayuda a relajarnos o porqué la gente se reune al rededor de un fuego y se sienten bien. Son cosas que se hacen porque se sienten, porque te trasmiten algo. No hay una explicación de por qué te he elegido, solamente puedo decirte que he sentido una fuerza superior a mí, algo que iba más allá de lo racional y he sabido que eras tú la persona cuyo corazón quiero habitar.
- ¿Una fuerza superior a ti? ¿Como cuando intentas juntar mucho dos imanes sin dejar que se toquen pero al final, hagas lo que hagas, acaban uniéndose?.
- Exactamente, no podías haberlo definido mejor.
Así que, de este modo ese pequeño habitante se instaló en el corazón de la niña.
Al principio su hueco era pequeño, pero pronto notó los efectos de su presencia; le resultaba más fácil sonreír, y según su hueco se agrandaba, la niña notaba como la felicidad crecía en su interior y le daba fuerzas para regalar todo el amor que recibía del pequeño ser.
Pasó el tiempo y la niña creció. Para aquel entonces el pequeño ser ya tenía todo un hogar montado en el corazón de la niña, y su calor se había extendido por todo su cuerpo, haciendo de ella una mujer segura y alegre. Una mujer que brillaba y era especial.
Un día, el pequeño ser le dio una mala noticia:
- Creo que tengo que irme, niña.
- ¿Cómo puede ser? Dijo ella asustada de pronto.
- Porque tengo que seguir mi camino, igual que tú tienes que seguir el tuyo. No puedo quedarme habitando tu corazón eternamente, pero sí que dejaré mi esencia y todo lo que hemos vivido juntos para que te acompañe siempre. Aunque no lo creas, tú has hecho de mí el pequeño ser más feliz del mundo y por muy lejos que esté mi cuerpecito del tuyo, nunca nos separaremos.
La chica, se sintió triste y pensó que las cosas sería más difíciles ahora que el pequeño ser no iba a estar con ella todo el tiempo, pero comprendió poco a poco que su amigo tenía que volar y que en vez de entristecerse debía estar agradecida por la suerte que habían tenido al encontrarse, por lo afortunada que había sido cuando ese pequeño habitante la había elegido.
El hombrecillo salió una mañana sin hacer ruido ni molestarla, mientras ella dormía; y cuando notó que sus ojos se empañaban al mirarla por última vez y recordar todos esos años de felicidad, dio media vuelta y salió por la puerta. Como las lágrimas caían por sus mejillas no podía ver bien y tropezó con un objeto.
Era una pequeña brújula, muy antigua, que cabía en su bolsillo. Llevaba una notita:
"Para que siempre puedas encontrar el camino de vuelta".
Una inmensa sonrisa se dibujó en la cara de aquel ser tan especial. Por primera vez sitió que era él el que se sentía lleno por dentro y una energía renovada le dio fuerzas para caminar y buscar su futuro.
Comprendieron los dos, que pasara lo que pasara, un vínculo especial los había unido para siempre y que no importaba si uno estaba en el barrio en el que habían vivido tantos años y el otro estaba viajando por el mundo, siempre siempre siempre estarían conectados.
Por el momento tocaba vivir por separado, pero... ¿Quién sabe si sus caminos volverían a juntarse y quizá, para no separarse jamás?.
Y COLORÍN COLORADO... ESTE CUENTO NO HA ACABADO...
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