sábado, 31 de diciembre de 2011

El último día del año, y todos nos ponemos tontorrones.

Repasos, balances, propósitos, recuerdos, homenajes, sentimientos... todas esas cosas pasan por la cabeza de unos y de otros a lo largo de éste día... Y es inevitable, ninguno de nosotros, por poco reflexivos que seamos o poco dados a las ñoñerías podemos evitar sentir que con la última uva se van millones de cosas para empezar de nuevo.

En mi caso, es bastante poco poético pero me he pasado la tarde durmiendo para compensar la noche que me han dado mis muelas del juicio... Aún así (y os aseguro que he intentado resistirme) he caído en la costumbre de pensar en este último año.

Si os digo la verdad no recuerdo ni cómo me tomé las uvas el año pasado, solo recuerdo que a las 00:30 no quedaba nadie en mi casa salvo mi padre y yo esperando a que llegaran mis amigas e irnos a la fiesta... Y pensé "vaya, este año empezamos fuerte..."

Pues sí, este año ha sido fuerte: el año del cambio.

El último año de carrera, el último año de relación con el amor de mi vida, el verano de los descubrimientos, el año de Tomatelón, el otoño de la superación de dos rupturas y por último, unos días de invierno que han vuelto a demostrar que uno nunca sabe por dónde te va a sorprender la vida.

No, definitivamente no ha sido un mal año, en absoluto, y por supuesto tampoco un buen año. Soy de las que se suelen quedar con lo bueno y al final todo parece que no ha sido tan feo, pero ha habido cosas tan tan tan... pasadas XD que diría que por una vez, el bien y el mal han estado en absoluto equilibrio.

Cuando llegue el momento de tomarme las uvas... Bueno! las uvas no, porque este año he decidido que paso de obligarme a comer doce trozos de infierno de los cuales odio su sabor, que me dan asquete y me hacen empezar el año casi con arcadas... Como ya se ha demostrado que las uvas nunca me han dado ni suerte ni mala suerte, he decidido que voy a comer doce cosas agradables: doce gominolitas verdes.

Total, cuando llegue el momento de tomarme las chuches seguro que acabo emocionada como siempre, seguro que me envuelve una sensación de vértigo que ya es una vieja amiga los últimos 22 años, pero este año estoy dispuesta por primera vez (a pesar de no tener a nadie a quien besar, ni nadie que me mande un sms ofreciéndome el cielo, a pesar de que no tengo ningún plan y no sé que va a ser de mi mañana porque no tengo nada estable en absoluto) veré el nuevo año como un reto, una nueva oportunidad maravillosa con un día extra (entramos en año bisiesto, amigos) para comerme el mundo y encontrar mi futuro. Pasito a pasito y con mucho cariño hacia todos y sobre todo hacia mí misma.


No puedo despedirme de éste año sin que se pasen por mi cabeza todos vuestros nombres, personas maravillosas que no hay día que no me sorprendan o me hagan más feliz de lo que creía que podía ser, y también de todos los malos bichos que se pasean por el mundo y hacen de los buenos algo mejor, aunque solo sea por el contraste. Y también de los que ya no están, es inevitable...

Gracias a todos y cada uno de vosotros por hacerme vivir. Lo que realmente hay que pensar hoy es: "Joe, que suerte tengo de poder comerme un año más, estas asquerosas uvas".

¡¡¡FELIZ AÑO FAMILIA!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario