domingo, 19 de febrero de 2012

Héroes

El otro día tuve una conversación con mi amiga Vero que me hizo refexionar mucho.

Para que entendáis mi reflexión y comprendáis por qué la admiro tengo que contaros su historia:

Conocí a Vero en el instituto cuando teníamos 16 años. Muy pronto nos hicimos amigas y también muy pronto pasó algo que nadie habría deseado.

Con 18 años Vero enfermó de meningitis. Al principio parecía que iba a ser una meningitis normal y que, dentro de la gravedad del asunto, iba a salir adelante sin problemas. Pero de pronto empeoró.
De estar en planta tan solo con medicación, bajó a la UVI y allí perdió la movilidad de la mitad de su cuerpo, perdió la vista y algo de oído. Enfermó tanto que llegaron a decir que era probable que no saliera adelante.

Recuerdo esos días como la peor de las pesadillas, no podíamos creer que estuviese pasándole eso a una persona tan joven, tan llena de vida, alguien que hacía tan solo unos días estaba de acampada con nosotros corriendo y jugando con los niños como todos los demás. Fue la primera vez que fui consciente de la fragilidad de la vida, de que no somos inmortales y de que todo puede acabar en un segundo, cuando menos te lo esperas.

Pero todo lo que sentimos los que la queríamos no es nada en comparación con lo que pasó ella.

Ha tardado mucho tiempo en hablar claramente de lo que pensaba esos días, de lo que pasó por su cabeza y de lo que ha significado en su vida esa enfermedad.

El otro día, me contó por primera vez que cuando estaba algo mejor, ya fuera de la UVI pero todavía con la mitad del cuerpo afectada y la vista mal, una enfermera le dijo que no se le ocurriese levantarse de la cama, que si quería pasear se sentara en la silla de ruedas y diese una vuelta por el pasillo.
Cualquiera habría hecho caso, se habría resignado a esa realidad de mierda, pero Vero no es así, Vero lleva dentro una guerrera y decidió que 18 no eran los años suficientes para ir en silla de ruedas.
Esperó pacientemente a que la enfermera se fuera y comprobar que no iba a volver porque se le hubiese olvidado algo y se levantó.
Intentó cruzar la habitación dando pequeños pasitos, pero se cayó. Al caer se golpeó la cabeza y se quedó en el suelo asustada.

"Te juro que pensé que ahí si que la había cagado, que con ese golpe que me acababa de dar podía haberla liado mucho más, me dí muy fuerte en la cabeza.
Pensé en que si la enfermera venía me iba a regañar, pero lo que de verdad me asustó fue pensar que si mi padre aparecía y me veía ahí se iba a asustar muchísimo, y lo que me daba miedo era hacérselo pasar a mi padre aún peor"

Se dijo a sí misma que tenía que levantarse como fuera. No tenía fuerzas para moverse, pero lo intentó.

"No sé cuánto tardé, solo sé que me costó muchísimo y que cuando me puse en pié estaba sudando del esfuerzo. ¡Solo por levantarme del suelo! Pero bueno, de algún sitio saqué las fuerzas y volví andando a la cama"

Me emocionó mucho oír a mi amiga contar aquello, vi en sus ojos una fortaleza que ya podríamos tener muchos para enfrentarnos a las cositas que nos pasan en la vida y que no son nada en comparación con lo que vivió ella.

Le cuesta reconocer el enorme mérito que tiene haber sido tan luchadora cuando todo estaba prácticamente perdido. Creo que no es del todo consciente del poder que tuvo su cabeza en su recuperación, y que quizá si no fuese por eso, hoy no sería una persona totalmente recuperada, sin a penas ninguna secuela y capaz de hacer una vida normal, y de ser profe de niños pequeños.

Me hizo pensar que los héroes no son necesariamente aquellos que hacen grandes cosas por cambiar el mundo, ni tampoco los que tienen reconocimiento en los medios y todo el mundo habla de ellos.

Los héroes de verdad son los que hacen grandes esfuerzos en su vida por vivir, y que si la vida les da una bofetada se levantan una, y dos, y tres veces o las que haga falta para seguir caminando.

De la enfermedad de Vero saco tres cosas.

La primera es que la admiro enormemente y que tengo mucho que aprender de ella.

La segunda es que llevo años al lado de un ser muy especial y muy valiente y no lo sabía.

Y la tercera es que la vida es un suspiro, que da igual si vives 100 o 18 años, lo que importa es vivirlo todo de la mejor manera posible, y disfrutar cada momento, guardar en la memoria caras, miradas, sornisas, olores y tactos porque nunca sabemos si será el último.

Y todas estas cosas no las digo con un ánimo pesimista ni triste, lo digo con una inyección de energía y positividad, que si te pilla la vida antes de tiempo, te pille sonriendo, luchando y rodeado de gente a la que quieres.

Vero, mi vieja hermana loba, gracias por enseñarnos a vivir y a levantarnos sudando y sin fuerzas, eres una heroína, y de las buenas :)




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