jueves, 13 de octubre de 2011

No es lo que parece

El lunes pasado la señorita Cobos y yo vivimos una situación bastante sublime que demostró que las cosas no son lo que parecen y además que un embrague puede dar mucho juego.

Es bastante difícil de contar, y es una pena que no pueda representároslo, pero fue muy divertido y voy a intentar plasmarlo tal y como pasó.

Ceci llevaba un par de días quejándose de que el embrague de su coche iba mal y pude comprobarlo porque cada vez que tenía que cambiar de marcha hacía un ruido bastante preocupante y Ceci apretaba los dientes porque tenía que pisarlo mucho más a fondo de lo normal.

Cogimos el coche para ir a cenar a Madrid cuando empieza a pisar el embrague y no entra la marcha atrás, así que, inteligentemente decidió usar su pié derecho para pisar mas fuerte, por fin entró la marcha y Ceci descubrió que tenía que soltar el embrague para pisar el acelerador ya que estaba usando el pié contrario, así que ya le empezó a dar la risa y por lo tanto, a llorar como una señorona, así que yo me ofrecí a pisar el embrague para que pudiera cambiar de pié:

Ni corta ni perezosa me agaché bajo el volante y metí medio cuerpo hasta que llegué con mis manos al embrague, dejando mi culo en pompa a la vista de la población entera de Majadahonda.

Ceci no paraba de reír y yo le pedía a gritos que soltara ya el pié y pisara el acelerador, incluso llegué a ofrecerme a hacerlo yo, con mi otra mano libre, pero la señorita no se fiaba de mi.
Cuando consiguió hablar entre carcajada y carcajada dijo dos cosas:

- ¿Por qué nos mira la gente? ¡Que nos hagan una foto por favor!
Y:
- No puedo mover las piernas para llegar al acelerador.

Vale, la cosa estaba jodida, a mi la sangre ya me bombeaba en la cabeza, Ceci no paraba de reír así que movía la tripa y me hacía darme cabezazos contra el volante y encima la gente (por lo visto, ya que yo tenía la cabeza en el subsuelo) se paraba al rededor del coche a mirar... Lógico, oían a Ceci gritar, poner caras raras y mi culo en pompa sobresalía cerca de su cara...

Desesperada le pedí a Ceci (que se lo estaba pasando muuuy bien) que pusiera punto muerto y me dejara vivir fuera de aquel micro clima que se había creado donde yo respiraba, cuando ella trató de echar mano a la palanca de cambios descubrió que yo la tenía clavada en la tripa y no podía moverla porque me haría el Harakiri.

No nos quedó otra opción que soltar el embrague y calar el coche; antes de eso le rogué a Ceci que me abrazara la cabeza y la tripa para que no me abriera en canal con el golpetazo que iba a dar el coche...


Por fin salí de allí y pensé, si nos llega a ver Vicen, a ver como le habríamos explicado ésto...

Y esa fue nuestra gran aventura del lunes pasado, las consecuencias: unas cuantas lecciones sobre psicomotricidad y un dolor de abdominales bastante importante, además, Ceci perdió algo de retención de líquidos de tanto llorar de la risa.

No lo olvidéis, amigos, los pedales del coche están especialmente pensados para pisar con los pies izquierdos y derechos por alguna razón, y nunca nunca nunca, tratéis de desafiar la ingeniería invertiendo el proceso.

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